Testimonio de la hermana Rachel Aderi
No tengo muchos detalles de lo que ha estado sucediendo pero mi experiencia en la vida de iglesia ha sido tal que desde el día que escuché al hermano Tim Knoppe hablar quedé maravillada. Yo jamás había oído a alguien hablar acerca de Dios tan claramente.
Nosotros pertenecíamos a una denominación pentecostal que tenía "células". La hermana Sarah Kihuguru invitó a estos hermanos para que hablara en nuestro grupo y recuerdo que el tema fue el libro de Gálatas: el asunto entre la ley y la gracia. Escuchamos y empecé a apreciar la manera en que estos hermanos disfrutaban a Cristo. Allí decidí que no importaba el precio que tenía que pagar pero que iba a ganar lo que tenía este hermano Tim Knoppe. Así que empecé a asistir a las reuniones de manera habitual.
Lo que más me impresionó fue el elemento de vida en su hablar. Sus palabras eran de vida e iluminaron mi mente inmediatamente. Yo me decía a mi misma que él tenía que estar haciendo algo diferente que nosotros no estábamos haciendo. ¿Cómo podía ser su hablar tan eficaz y cómo había tanta vida en sus palabras? Finalmente, nos dijo cómo necesitábamos comer y beber a Cristo, crecer en vida y ser constituidos para que habláramos lo que había sido forjado en nosotros. Esta fue nuestra primera introducción para usar nuestro espíritu. Les solicitamos y aún los presionamos para que nos reuniéramos cada mañana para la vigilia matutina y para aprender a ejercitar nuestro espíritu. Estas reuniones se llevaron a cabo durante dos años hasta que los santos se fueron de Kampala.
En el tiempo que la familia Knoppe no estaba, las cosas comenzaron a tornarse muy diferente. Nuestra primera sospecha de que algo no andaba bien, fue la manera en que comenzaron a presionarnos con el asunto de las cifras. Había una necesidad y una presión de que los santos alcanzaran grandes cifras. Esto fue muy incómodo para nosotros porque ese enfoque era similar al empleado por las denominaciones las cuales habíamos abandonado hacía mucho tiempo atrás. En ese caso, todas las estrategias que se estaban desarrollando, habían sido tomadas de las denominaciones: como por ejemplo se ejercía la misma presión para que pudiéramos alcanzar las cifras. Yo sentía que las cifras podían esperar, si tan sólo nos diera un poco más de tiempo para ajustarnos a todas estas cosas nuevas que estábamos experimentando.
Más obreros venían a visitarnos a menudo y trataban de animarnos para que volviéramos a hacer las cosas que solíamos hacer: la "manera vieja". Por ejemplo, me animaban a que volviera a cantar porque eso era lo que hacía antes pero ya yo había renunciado a ello porque esta nueva manera de vida era mucho más eficaz que la de antes.
Los hermanos locales, a excepción de uno que estaba de acuerdo con ellos (porque sentía que había perdido su congregación por haber venido a la vida de la iglesia) trataron de llevar nuestras inquietudes a los hermanos que nos visitaban pero todo fue en vano. Finalmente y de una manera muy astuta, fuimos divididos en tres grupos, uno de los cuales (el nuestro) fue abandonado completamente para que muriera porque no estábamos cooperando con la manera en que estos hermanos que nos visitaban habían decidido seguir. Ellos cuidaron los otros dos grupos, el de los recintos y el otro que pertenecía al pastor mencionado anteriormente. Sin embargo, ¡el Señor fue misericordioso! Justo cuando pensamos que ya no había ninguna esperanza, el hermano Tim Knoppe volvió a visitarnos y nos conectó nuevamente en el Cuerpo y sentimos que habíamos regresado al fluir de vida.